Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos

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Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos
Es necesario decirlo fuerte y claro: los derechos sexuales y reproductivos no sólo existen, sino que son fundamentales para resolver situaciones como la alta tasa de jóvenes infectados por VIH, el embarazo adolescente, el aborto clandestino y el cáncer cérvicouterino.
OCTUBRE 27, 2014
Por: Omar Feliciano (@tipographo)
Acabo de escuchar el testimonio de una madre que pedía asesoría sobre la situación de su hija que se identifica como niño. La mujer no quería someter a su hija a terapias intrusivas, sino apoyarla en su proceso de transición. Sin embargo, ahora tiene problemas con la escuela que no permite que su hija asista con las ropas de otro sexo e identificado como niño.
Es lamentable la campaña de pánico moral y desinformación que se ha montado contra la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Esta iniciativa preferente del Ejecutivo perdió su enfoque asistencialista en el Senado cuando se optó por una visión de la infancia como sujeto de derechos, y no de protección. En la Cámara de Diputados el PRI y el PAN se aliaron para eliminar las referencias a los derechos sexuales y reproductivos. Le están apostando a que una mentira repetida cien veces se vuelve verdad. Es necesario decirlo fuerte y claro: los derechos sexuales y reproductivos no sólo existen, sino que son fundamentales para resolver situaciones como la alta tasa de jóvenes infectados por VIH, el embarazo adolescente, el aborto clandestino y el cáncer cérvicouterino.
Sobre los derechos reproductivos no hay que decir más que lo que dice el artículo 4° constitucional: “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos”. Éste es el principio de autonomía reproductiva. Lo que las beatas conciencias y los voceros del dogma quieren hacer creer es que el útero de una adolescente es potestad de su tutor hasta la mayoría de edad. Falso de toda falsedad. La niñez, si bien sujeto de derecho, tiene autonomía potencial y así se reconoce en la Convención de los Derechos del Niño:
“Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres [...] en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención”.
El respeto de la autonomía de la infancia es vital para el ejercicio pleno de sus derechos y debe de ser protegida. Lamentablemente, esta visión de la familia como un baluarte de valores únicos que deben de ser acuñados en los hijos e hijas reproduce una visión autoritaria donde no se reconoce ni se alienta el ejercicio de la autonomía de la niñez, y con esto el ejercicio de sus derechos.
Además, la afirmación que los derechos sexuales y reproductivos, igualmente, corresponde a una lectura poco profunda, dogmática y formalista de la Constitución mexicana y los tratados internacionales ratificados por el Estado mexicano. Cabe agregar que los grupos que se han desgarrado las vestiduras por demostrar la inexistencia de estos importantísimos derechos, poco se han informado acerca de las normas del derecho internacional público que se refieren a la costumbre internacional, esto es, el ius cogens. El último recoge las recomendaciones de los Comités expertos que fortalecen e interpretan el texto de los tratados internacionales, como lo es el Comité de los Derechos del Niño, quien criticó a los Estados que supeditan la salud y educación de los menores de 18 años al permiso de los padres. Así, el ius cogens o normas imperativas representa la multiplicidad de compromisos que adquiere un Estado a través del derecho internacional, mismos que se refieren a los valores esencialmente humanos y universales.

Ahí, en las normas imperativas (que involucran la conciencia legal y ética internacional) y en el texto de nuestra Constitución encontramos los derechos sexuales y reproductivos que las ideologías paternalistas desconocen. En las recomendaciones de los Comités de los Derechos de los Niños, para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la mujer, de Derechos Humanos, de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y en el Programa de Acción de la Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), en las cual México participó, así como los informes y recomendaciones de los relatores especiales de las Naciones Unidas para el derecho a la educación y salud sexual y reproductiva, los cuales constituyen derechos sexuales y reproductivos.
Los derechos reproductivos son derechos humanos. Los derechos sexuales son derechos humanos. Son universales, indivisibles, interdependientes e integrales. La sexualidad no se limita a una expresión de la genitalidad, como es el énfasis de la derecha con su campaña de pánico moral. La sexualidad se refiere a la identidad, a la actitud, a las emociones y a un sinfín de otros aspectos del ser humano. Quién soy, qué deseo, qué siento, con quién voy a construir un proyecto de vida, todo eso es la sexualidad: parte fundamental de la experiencia humana y, como tal, una expresión de la dignidad humana, fundamento de los derechos humanos.
Negar estos derechos es una estrategia más de los grupos conservadores para mantener el control sobre la vida sexual y reproductiva de los menores, sin reconocer la realidad de la mayoría de las niñas, niños y adolescentes. Es la pugna por no reconocer el objetivo principal de esta Ley: reconocer que los menores de edad son sujetos de derechos con independencia de las ideologías de los padres. Lo que impulsan los conservadores, en resumen, es supeditar el reconocimiento de los derechos de los menores a la voluntad de la patria potestad.
A los 15 años detuve la conversación en una cena familiar y dejé muy claro quién era yo, con quién deseaba relacionarme y que esta era una decisión con la que tendrían que vivir. Pasado el shock inicial, mis padres pasaron de ser mis tutores a ser compañeros en un proceso de aprendizaje y experiencias en la formación de mi personalidad. Este libre desarrollo de la personalidad es un derecho humano reconocido formalmente.
La Suprema Corte resolvió claramenteque tenemos el derecho a elegir, en forma libre y autónoma nuestro proyecto de vida, las metas y objetivos que son relevantes, este es el reconocimiento al derecho al libre desarrollo de la personalidad. Es inevitable recordar a Almodóvar cuando en Todo sobre mi madre, por boca de “La Agrado”, afirma que “una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”.
Cuando las organizaciones conservadoras lanzan a los cuatro vientos la mentira de que no existen los derechos sexuales y reproductivos, cuando afirman que la educación y la salud sexual de sus hijos e hijas es un derecho de los padres hay que recordarles el artículo 4° constitucional: “Los ascendientes, tutores y custodios tienen la obligación de preservar y exigir el cumplimiento de estos derechos y principios”. La iniciativa de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes está por volver al Senado para aceptar o rechazar los cambios de la Cámara de Diputados, es momento de abandonar la visión autoritaria de la familia para aceptar que los niños y niñas, conforme se vuelven adolescentes, van adquiriendo progresivamente capacidades y autonomía sobre sus vidas y decisiones reproductivas.
Si las instituciones y la sociedad desconocen la existencia y la importancia sobre el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos en el marco jurídico mexicano, daríamos una marcha atrás en la ganada batalla de reconocer a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos y no como entes que se desprenden de los derechos de los padres y tutores. Esta no es una Ley para garantizar los derechos implicados en la patria potestad, guarda o tutela. Esta iniciativa es parte del la inmensa deuda que debemos a la infancia y adolescencia mexicana y, por esta razón, no podemos hacer excepciones sobre qué derechos decidimos respetar a millones de menores de edad, de acuerdo a las ideologías y convicciones de unos.


* Omar Feliciano, Medios Digitales

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