La marcha del orgullo alcohólico gay

PUBLICADO POR ERIKO STARK

Advierto que el siguiente artículo busca reflexionar sobre el tema, no se pretende criticar la idea sobre marcha del orgullo LGBTTTI en toda su globalidad histórica. Si se llegara a pensar eso, realmente vuelva a leerlo y si no logra comprenderlo olvídelo por completo.
Amanecí desde muy temprano, intentaba despertarme completamente, pero los gritos de los puesteros del barrio de Tepito se hacían burlas inútiles sobre la marcha, imitando el caminar de un gay (que curioso que los heterosexuales puedan amanerarse mucho más que un homosexual amanerado). Me alisté cómodamente: tenis rosas y confortables, bloqueador solar, mi cámara y una botella de agua. Terminé mis deberes y mi madre se despidió insistiendo que no debería marchar, sin embargo no está en contra de las marchas.
Me encaminé hacia el metro. Los últimos vagones respiraban a orgullo, no parecían ser escandalosos (o eso advertían al principio), pero al llegar a la estación de Guerrero el acceso era limitado, no solo era el último vagón o los últimos tres, era un tren entero de personas dispuestas a marchar, realmente los movimientos del subterráneo eran exquisitos, se percibía una chingoneria de comunidad. Al llegar a la estación Balderas los homosexuales eran visibles y no me refiero a su look o su forma de proyección, hablo de las banderas, los accesorios arcoíris, travestis altamente preparadas con maquillajes y vestuarios de más de 2 horas de perfección, disfraces demasiado bien elaborados que transitan en los vagones con suma elegancia y coquetería.
 
Al llegar a la estación Insurgentes la salida era similar a un movimiento global, todos apresuraban el paso, pero el flujo de obstruyó por la cantidad de marchantes, la emoción crecía, incluso la adrenalina. En dirección al Ángel de la independencia, una diosa Niké que nos encabeza con toda la fuerza de la joteria, un banquete de depravaciones positivas se convertiría en una especie de burla a los derechos de género. Un chico de Chihuahua, mencionó que las mejores marchas radican en el Dé Efe, la existencia de carros era algo que en su estado era pobre, casi nulo; tremenda sorpresa al descubrir que esta marcha tendría semejante realidad. Era la una de la tarde y las personas caminaban, no alcanzaba a ver nada. Mi primer encuentro fue con un colectivo de apoyo a la lucha de los 43 desaparecidos, decidí seguir adelante. Quienes encabezaban la marcha (en teoría) eran miembros de la CDMX (Ciudad de México). Desde el momento en el que logré acercarme las primeras palabras dichas por estos supuestos luchadores de los derechos de género fueron “Ábranse”, con tono de “Ábrete”.
En una visión utópica feliz, cualquier persona podría marchar y ser parte de un movimiento sin necesidad de dividir grupos. Las acciones de la CDMX se prestaron a vulgares e incorrectas, incluso parecía una manada de sujetos heterosexuales que solo se dedicaban a marchar por un pago, cosa que varios activistas reclaman con imágenes que muestran la corrupción de los organizadores (este año mal organizados). En mi opinión personal la palabra correcta seria “permitan el paso”, creo que las personas son demasiado inteligentes para moverse si ven a un grupo pasar, los que se quedan (fotógrafos) entienden esto más que nadie y el sujeto que grita a la cara con su tono de burócrata debe entender que a él se le paga y es un servidor público, los que marchamos somos los que lo hacemos por convicción y no por un sueldito.
A medida que funcionaba la marcha (un colectivo, unos carros, media hora de personas y otro carro), una terrible sensación se presentó frente a la lente. Sin darme cuenta en mis primeras fotos se veían marchar con la chela de lata bien empuñada como si fuera una bandera, grupo Modelo y grupo Moctezuma siéntanse orgullosos que los LGBTTTI andaban al paso con firme lata, botella o caguama en mano, y que decir del alcohol, botellas pelonas en medio de las plantas del paso.
   
¿A quién no se le antoja marchar con chela en mano? Realmente el clima, la caminata (muy desgastante para algunos chicos musculosos que ya no podían andar a pie, pero si pueden pasar 4 horas en el GYM). Las más luchonas y admirables era esas hermosas Drags, travestis, chicos en taconatzo, desfiles de vestuarios que se iban a pie, con una sonrisa y el aguante de guerreros con el peso de sus plumas, alas y brazos alzados; esos que son más criticados y que no los representan son los verdaderos orgullos que caminaban demostrando glamour, rímel y poder.
La marcha pasa y la ebriedad es tremenda, algo voraz. Los vendedores andaban en mochila y latas heladas ofreciéndolas de a quince y veinte pesos, la mala organización (productos de una burocracia huevona y corrupta), la falta de anarquía, la mejor anarquía era la Jotonarquia con frases en cartulinas y/o hojas de papel que demostraban inteligencia verbal y lingüística, una rica gama de nuestra voz, sea guacha, pedorra y petocha. Otra ridiculez fue ver a partidos políticos y empresas gay friendly que en su momento solo apoyan el interés por encima del humano (algunas empresas que apoyaron al Führer, ahora rinden sus elogios a los gays jactándose de su ignorancia; el homosexual viste con la ropa que una vez vistió la segunda guerra mundial).
¿Y el estereotipo qué onda?
Siempre ha existido como el aire que se respira, pero un verdadero estereotipo comenzó en los mensajes que anunciaban besos gratis. Los chicos que corrían por sus besos se detenían de golpe y con una queja decían: “Pero está muy feo, por eso son gratis”. Otros y otras en cambio vendían sus besos por un peso o diez, dependiendo de su cliente, una forma de medir la belleza en el cobro. La fotografía por preferencia de igual manera funcionaba, los chicos sin camisa con cuerpos más estéticos y trabajados eran premiados con fotos, si cargaban su chela tenían un punto extra (esos comerciales de Tecate donde el machismo se reafirma al beber cerveza dan resultados, esa musculoca ya es macho). Las botellas rodaban por el suelo, algunos desconsiderados las pateaban, quebrando algunas, causando algún accidente por la marcha. Me encuentro a un amigo, se veía preocupado decía no ubicar a su amiga, pero lo que realmente le preocupaba es que no tenía refresco (la amiga llevaba el chesco y el la botella), la falta de peda comenzaba a afectar su cuerpo.
Disturbios VS Consumos
En otras marchas los disturbios son presentes, son multados, son penados. En la marcha del orgullo no existe ese disturbio, es justificable; no destruimos, pero a cambio te consumimos, incluso podemos quebrar leyes y no tener respeto por la ciudad, pero tú, tienda capitalista puedes trabajar y ganar un chingo. Las tiendas estaban preocupadas, se les acababa el abasto de chela no podrían a vender de más. Muchos vendedores ambulantes hicieron su quincena en unas horas, incluso marchantes aprovechados compraban bebida y la revendían para sacar su fiesta de la noche. ¿Qué leyes se quiebran? Pues los meones que andaban con caguama, machismo de fuera y orinando en las calles sin ninguna pena. Extremos borrachos que no saben beber, chicas caídas antes de llegar a la plancha del Zócalo que intentaban revivir. Las drogas no podían faltar. La mona apestosa llego a prender la marcha, faltaron las cacas públicas, pero esas era las de la CDMX que se bloquearon el Eje central y te gritaban como niño chiquito que fueras por la banqueta, algunos Sados que te pegaban con el látigo para poder pasar demostrando su poder de cuero macho cuando no había personas, WTF…
     
El Zócalo parecía comuna hippie con personas sentadas alrededor de un círculo y sus botellas y sus refrescos listos y dispuestos a embriagarlos. La lucha por los derechos ha alcanzado en 2015 grandes logros, algunos derechos (que mucha de la comunidad ni hará uso de ellos, otros sí). El concierto presentado trato de demostrar apoyo y empatía, grandes figuras se plantaron frente al escenario con discursos realmente inspiradores, muchos marcharon contra el sol, los cambios de clima abruptos, los olores extraños, las groserías de los chalanes burócratas y el clásico morbo presente en esas personas que fisgoneaban y criticaban mientras sus hijos de closet no pueden marchar con el peso de tantas ideologías, y claro, sin beber alcohol. También están las empresas capitalistas que les negaron la marcha a muchos a costa de su sueldo, de igual manera el comercio ambulante se quedó con algunos hijos suyos.
La noche nos muestra una sobresaturación de públicos en todos los antros y bares gays, pero la peda apenas comienza.
¿Valió la pena marchar?
Lo vale por encima de nuestros burócratas, nuestros compañeros borrachos que sufren crisis cada vez que imponen Ley seca, del estereotipo, las compañías doble moral, el morbo, los ojos acusadores. Ver grandes trabajos de muchos amigos activistas, compañeros de arte, figuras del mundo Drag, Vedet, Cabaret; lo rico de los vestuarios y la sorpresota de los movimientos Trans que le dejo la boca callada a más de uno. Espero la próxima marcha sea más amigable y menos borracha.
Tepito, Ciudad de México, D.F., México

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