Diversidad sexual y cambio social integral

Alejandro Juárez Zepeda
Sobre el autor
Alejandro Juárez Zepeda ,
Ciudadano queer de la aldea global. Promotor de los derechos humanos y la no discriminación con un enfoque de interseccionalidad. Coordinador de diferentEs*. Como periodista, he trabajado para distintos medios de información, entre ellos The Washington Post. En tuiter soy @abrevaciones.



21/Sep/2013 00:00 HRS

“The first pride was a riot (la primera marcha gay fue un disturbio)”. Con esta consigna han reaccionado grupos de homosexuales y lesbianas disidentes a la tendencia de normalización y asimilamiento a la sociedad patriarcal y capitalista que el activismo por la diversidad sexual ha seguido durante los últimos treinta años.



Nacidos originalmente como un movimiento de liberación, que tenía por objeto subvertir las estructuras opresivas del sistema sexo/género, los grupos gays y lésbicos mudaron pronto hacia un activismo basado en un modelo étnico, de identidad, desde donde se ostentaron como una minoría social con preferencias legítimas. Finalmente, se desentendieron de toda lucha social y se centraron en promover causas y derechos de autoconsumo, a tono con el sistema neoliberal, individualista y competitivo.
Por eso la bandera del arcoiris, que simboliza la diversidad sexual, no ondeó por mucho tiempo en las diferentes demostraciones sociales, obreras, campesinas, magisteriales o indigenistas de la época, y se limitó a aparecer solamente en las manifestaciones del “orgullo” y todas aquellas que se relacionaban exclusivamente con reivindicaciones de grupo (matrimonio, seguridad social, tratamientos para el VIH/Sida, etc.).
Conforme la cultura gay y lésbica fue ubicándose más hacia la derecha del espectro político, muchos homosexuales de izquierda respondieron con un activismo “queer” (raro), que criticaba y combatía, entre otras cosas, el entreguismo de esa cultura al sistema opresor neoliberal que, a cambio de concesiones pírricas, con base en el reconocimiento de algunos derechos civiles, les daba cierta cabida social. No obstante, ello, en el fondo, no atacaba las estructuras que fomentan la discriminación y, por el contrario, las reproducía hacia otros grupos en función de la clase social, la ideología política, la raza, las características físicas, etc.
Esa tendencia, aparentemente imparable, del movimiento gay hacia la derecha, comenzó a contrarrestarse hace un par de años en México con el surgimiento de grupos estudiantiles que, desde la diversidad sexual, empezaron a solidarizarse con otras causas que nada tenían que ver con la agenda gay, apoyando las demandas de otros grupos en desventaja social.
Uno de estos nuevos promotores que rechazaron el activismo de autoconsumo que preconiza el movimiento gay es José Antonio Lugo Bazán, estudiante de biología en la FES Iztacala, mejor conocido en el medio universitario como “Totó Ska”.
Totó era un adolescente obediente y comportado, hijo de una familia obrera, católica y tradicional. Este carácter dócil empezó a cambiar cuando entró, a los 16 años, a la escuela vocacional y escuchó sobre el movimiento estudiantil de 1968 y el zapatismo: “me di cuenta que todas las verdades estaban manipuladas por el poder y empecé a cuestionarlo todo”. Pero Totó no quería ser gay e, incluso, tuvo una novia por espacio de seis años. Mientras tanto, también trabajaba como obrero para la empresa Mattel. Tras presentarse algunas diferencias irreconciliables con su novia y después de un año de romper con ella, se dio la oportunidad de conocer a otro chico por medio de una red social. Desde el primer beso (“intenso”) se dio cuenta que también le gustaban los hombres y empezó a dar los primeros pasos para salir del clóset: “era lo mío, pero tenía que comunicarlo, tenía ganas de más”. Sin embargo, su pareja no quiso asumir públicamente su propia orientación sexual y, al final, se separaron por esta razón: “veía a las demás parejas tomadas de la mano… y yo no podía. Esto me hizo sentir un profundo disgusto y por eso empecé a incluir la orientación sexual en mi activismo político”.
En 2012, Totó se sumó al movimiento #YoSoy132, desde la FES Iztacala. “Como brigadistas, teníamos que hacer mantas creativas, que llamaran la atención, así que hice una de 2x1 mts., a la que le pegué una bandera del arcoiris, tamaño carta. Sorprendentemente, la respuesta de mis compañeros fue de rechazo. Me decían que México todavía no estaba preparado para abordar esos temas y que visibilizarlos iba a ahuyentar a quienes podrían apoyarnos”.
Sin embargo, Totó no hizo caso y siguió haciendo sus mantas con la bandera del arcoiris. Tiempo después, el diez de febrero de 2012, lanzó, junto con un grupo de compañeros de Guadalajara, Oaxaca, Tlaxcala, Puebla, Guerrero, Estado de México y el Distrito Federal, el grupo “LGBT en Alerta Nacional”, cuyo manifiesto hace un llamado a que “homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, transgéneros, travestis, intersexuales, pansexuales, asexuales, heterosexuales y toda la amplia gama de la diversidad sexual salgamos a las calles y realicemos trabajos en conjunto, en defensa de la nación”. Posteriormente, formó parte del grupo #YoSoyGay132.
“Nos interesaba buscar un espacio en los asuntos públicos estudiantiles como miembros del colectivo de la diversidad sexual. Queríamos que nos identificaran como representantes de este colectivo, que no éramos apáticos o impermeables a las luchas populares. Había que politizar a la comunidad LGBT y hacerla más consciente de los problemas nacionales”.
“Representamos el otro lado de la diversidad sexual”
Al preguntarle su opinión sobre el activismo por la diversidad sexual en México, dice que le parece “muy respetable”. Sin embargo, considera que se necesitan más cosas aparte de repartir condones, hacer pruebas rápidas de VIH/Sida y luchar por el matrimonio: “pareciera que luchamos nuevamente por lo que la sociedad quiere y nos impone”. También dice que la misma comunidad LGBT es la que se etiqueta y encierra en guetos: “no todos los gays somos adoradores de la moda, los antros y el consumo, pero los otros estamos callados, en los barrios, viviendo contextos especiales de discriminación, dobles vidas, fingiendo lo que no somos y buscando escapes ocasionales”.
Le pregunto qué es lo que toca hacer a los activistas que no pueden darse el lujo de ser gays, ya sea porque pertenecen a entornos sociales diferentes o simplemente buscan expresar su identidad de otra forma, a lo que no duda en responder: “aceptarnos públicamente y ser ejemplo para los demás”.
Atrás han quedado los tiempos en que había que pegarles una hoja tamaño carta con la bandera del arcoiris a las mantas del #YoSoy132. Hoy, Totó tiene varias banderas multicolores gigantes, que eleva en todas las marchas y mítines convocados por los grupos sociales en lucha. Estas banderas siguen ondeando a la fecha, ahora en las manifestaciones de los maestros de la CNTE, y seguramente seguirán presentes en las distintas batallas aún por venir.

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