Homosexualidad Infantil

La Universidad de Barcelona elabora el informe que evidencia la discriminación sobre gays y lesbianas no adultos y la necesidad de educar en la diversidad sexual

(Radical gay.com) El departamento de Sociología de la Universitat de Barcelona analiza los cambios en las relaciones entre progenitores y sus hijos e hijas cuando, siendo éstos menores o jóvenes, se apartan de la identidad sexual que sus padres les proponen. Según su informe, aún en proceso de elaboración, la noticia de la homosexualidad de un hijo o una hija es recibida generalmente como una “desgracia” y en muchos casos pasa a ser una cuestión que ni se menciona en casa. Así se deduce del proyecto de investigación de ámbito europeo (Euroflag) que, a instancias de la Associació de Mares i Pares de Gais i Lesbianes (Ampgil), analiza los problemas de discriminación y violencia que afectan a personas gays o lesbianas no adultos en la sociedad catalana.A partir de entrevistas en profundidad a miembros de diversas familias y a personas de más edad que anteriormente “salieron del armario”, el estudio observa que la percepción de esa “salida del armario” de un hijo propio se presenta como un hecho triste y angustiante: es la ruptura de unas expectativas y una proyección vital. El dolor de los padres es tan profundo que surgen reacciones emocionales: lágrimas, irracionalidad, somatización del estrés, fiebre, erupciones, migrañas...Los mecanismos de asimilación de la noticia pasan a veces por el shock (no procesar la información y no reaccionar a ella); la negación (no querer oír hablar del tema o restarle importancia: “tranquilo que esto son cosas de una edad”); la culpa (buscar culpables en uno mismo o en la pareja, o pensar que todo se debe a una mala combinación de los genes de ambos); la ocultación (por vergüenza o por sentir que no han sido capaces de educar) o la ira, que aparece cuando se responsabiliza al hijo: “¡Qué has hecho!”, por considerar la homosexualidad un delito o pecado; o “¡Qué te has hecho!”, viéndola como una autodegradación; o “¡Qué nos has hecho!”, como una traición.La resignación es otro de los mecanismos (“peor sería que fuera drogadicto”) y la justificación en la homofóbia social (“haz lo que quieras pero ve con cuidado porque hay gente muy mala”). En mucho casos, prosigue el informe, se pasa a minusvalorar al hijo, dejándolo de lado, o acusándolo de la desintegración de la familia, ya que las relaciones se ven afectadas por ello. El resultado es que el joven se distancia física y emocionalmente de la familia.Para los sociólogos que desarrollan el estudio, la solución pasa por asumir que el problema no se halla en la homosexualidad sino en la homofóbia. “Hay que romper el lenguaje heterosexual, neutralizar la heterosexualidad como se hizo con el machismo”, afirma Ester Nolla, presidenta de Ampgil, mientras el sociólogo Òscar Guasch esgrime que “el Estado español practica un régimen de ‘apartheid’ promoviendo un estilo de vida heterosexual”.El Parlament de Cataluña aprobó en febrero del 2003 –con los votos de todos los grupos excepto el PP– no sólo apoyar la elaboración de este estudio, sino introducir en los currículos escolares el conocimiento de la diversidad sexual y tratarla como un hecho “real y legítimo”.

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